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lunes, 26 de septiembre de 2011

*DICEN QUE SABÍA A SANGRE

Dicen que sabía a sangre.
Alguien dijo que sabía a sangre.
Y es que ese dolor intenso
sudaba sus gotas sobre el
corazón herido de su dueño.

Cada gota era un recuerdo,
una caricia perdida en su mente,
un te quiero sincero de sus labios,
una tarde de domingo compartida.

Pero todo lo que viene, va.
Y así como le llegó el amor,
así se le fue, sin decir adiós.
Extraña despedida de quien un día,
se entregó sin medida.

A veces lo invadía la nostalgia,
otras tantas la desesperación,
la sonrisa se le borró del rostro
y de su cabeza, la razón.

Para él los días eran noches
y las noches eran días.
Y una mañana todo en su vida
se volvió un increíble revés.

Un cigarro lo hacía respirar,
un whisky lo dejaba sobrio,
necesitaba el ruido para dormir
y el frío le causaba calor.

Su tragedia se volvió alegría,
ese amargo adiós su felicidad.
Su soledad se volvió compañía
y sus tristes recuerdos, el amor.

Vivió así trastornado
hasta que un día al despertar
su corazón se puso a pensar
y su cerebro a palpitar.

Percibió el sabor a sangre,
y entonces… murió.

Luis Mariano Hernández M.
                            Escrito entre marzo 21 y junio 12, 2007
                                                    *Invitado 

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