Allí estás parada frente al espejo, sin prenda alguna que opaque tu figura
Te ves y repasas cada parte de tu cuerpo, sientes cada latir
Te observas como si alguien morbosamente te estuviera contemplando
Criticas cada uno de tus excesos y tratas de potenciar tus cualidades
Ves tu cuerpo tan liso, sin marcas, y lo comparas con tu corazón
Y piensas que quizá las marcas de las pulsaciones agitadas provocadas por desilusiones, desamores y momentos de extremo éxtasis pudieran estar también plasmadas en tu cuerpo
Quizá también consideras dejar huella de ese amor que por falta de decisión dejaste pasar, de ese amante invisible que de forma perenne te hace titilar.
Decides finalmente poner una marca, con un símbolo que sólo tu entiendes lo que significa
Ahora, falta decidir dónde colocar tan esencial figura, ¿en qué parte de tu cuerpo?
Ya está resuelto! En la espalda, sí! a la altura del omoplato derecho
Ahí, donde apenas puedes verlo pero que si giras la cabeza al grado de sentir un tirón de cuello lo notas, a medias pero lo notas.
No sabes realmente porque lo colocaste ahí, pero como todo en esta vida tiene una explicación inventada o no… yo quiero darte esa respuesta:
Me has colocado ahí del lado superior derecho y detrás tuyo cual ángel de la guardia, como para no verme pero no alejarme, para saber que estoy ahí en el pasado pero impregnado en ti; y en ese estiramiento de cuello que haces para voltear a verme se refleja un cierto dolor por dejarme ir, porque sabes que así de cerca como ahora tienes esa marca, estuve yo, pero ahora solamente conservarás el recuerdo, y nunca querrás que de ahí desaparezca.
Mauricio Sotomora
*Invitado
