Inspírame, oh, poeta inmortalizado
por tu pluma, para que surjan
en mí palabras de consuelo.
Dame, tan sólo por esta noche
un soplo de tu inspiración.
No necesito más.
Invade mi cerebro.
Estrújame el corazón.
Quiero sacar de mis adentros
la energía proyectada
en el silencio del momento cruel
que me hizo enmudecer.
Guía mi mano en dirección
al papel, porque cada letra
estampada en éste,
eriza mi piel al saber
que una presencia
ajena a mi alma, mi mente y
mi cuerpo está escribiendo
para complacerme.
No son tus versos últimos los que
escribiste con tu mano
dotada de privilegio antes de tu muerte.
Estos son, ¡te exclamo yo!,
los que dejaste guardados
en tu mente, para que
un ser humano despertara
de su letargo.
Inhibición enraizada
de recuerdos amargos
que confunden y que a veces,
hacen olvidar la combinación
perfecta de la escritura
y las ideas.
Exalta una vez más,
el fervor patriótico
del pueblo latinoamericano
al que viste llorar.
Demuéstrale a los descendientes
de tus acompañantes en el infinito,
que la libertad nace en la conciencia,
al tender la mano a todos aquellos
que aun cuando no se quejan,
claman por igualdad
de condiciones y un trozo de pan.
Enciende la luz que iluminará
el camino del resurgimiento
de este pueblo, herido y mutilado
por seres carroñeros que
se han embarrado hasta las entrañas
de muerte, robo, traición
e impunidad.
Esparce sobre tu pueblo
el polen de la esperanza,
para que al ser aspirado,
lo libere de su apatía actual
y lo encienda en una lucha sin tregua,
contra los opresores de ideas.
Los mismos que intentan
eliminar el intelecto
con las armas,
títeres cobardes que escuchan
el crujir de las grietas
que se forman en las paredes
de su refugio que pronto caerá.
Motiva a tus hermanos
a que emprendan este desafío
de augurar para todos
un mañana mejor.
Pero hazles entender que ya
no se trata de subir a las montañas
y derramar sangre por doquier.
El enfrentamiento ya no es
cuerpo a cuerpo,
ni de fusil a fusil.
Enséñales que deben demostrar
el lado humano, pensante y virtuoso,
capaz de remover sin violencia
las estructuras actuales;
incluso aquellas ocultas tras el trono
y que aun se vanaglorian
de su instinto animal.
Hazme llorar en esta noche,
espíritu del viento,
por los hermanos desaparecidos
por esta misma causa.
Ellos que te acompañan
saben con certeza
que mis lágrimas no son de tristeza,
sino de admiración.
Misma que debe ser estímulo para
el cambio gradual, pero constante,
hacia la igualdad, la solidaridad
y la verdadera paz.
¡ES HOY, PUEBLO MIO,
QUE DEBES LEVANTARTE
Y LUCHAR!
Luis Mariano Hernández Molina
GUATEMALA 2015
*Invitado
