Despertar, abrir los ojos y ver
los rayos de la mañana entrar por tu ventana te dice que es un día más, uno
que seguro no será igual al que ya fue, aunque se hiciera lo mismo. Podría ser
un día sin relevancia o bien todo lo contrario al ser significativo, dependerá
de cada quien el valor que le quiera dar y de los acontecimientos que se
presenten durante el mismo para que una fecha quede tan presente en nuestro
recuerdo.
Llevo un poco más de un año
viviendo en Roma. A pesar de tener tan cerca al Vaticano, no me había llamado
la atención ir a una audiencia papal que se celebra cada miércoles, quizá
porque no soy practicante aunque venga de una familia católica. Pero al final,
no es cuestión de religión, es de vivir la experiencia por lo menos una vez en
la vida, por cultura, por saber un poco más de lo intrigante de la historia y
el porqué de las cosas.
El día adecuado había llegado,
justamente cayo miércoles mi cumpleaños y quería comenzar con algo diferente,
entraba en una nueva década con un digito que le subía la cifra a los años, no
pude escoger mejor regalo, un estilo diverso, un poco más espiritual, quizá
para agradecer, para empezar de otra manera una etapa inicial de esta vida.
No satisfecho, una semana después
me llevó de nuevo a querer repetir la experiencia. Un día antes por la noche
pasé a recoger las invitaciones con La Guardia Suiza (cuerpo militar encargado
de la seguridad del Estado de la Ciudad del Vaticano) a un costado de la Plaza
de San Pedro, invitación que es gratuita, que aunque nunca me la solicitaron,
siempre es mejor tenerla, por lo menos aparte de que la puedan pedir, es una
prueba de haber estado allí y un recuerdo.
Mi objetivo esta vez era capturar
fotografías del papa a una mejor distancia. La vez pasada me había perdido la
entrada del papamóvil por la Plaza de San Pedro porque la invitación dice a las
10:30, pero ahora el Guardia Suizo me había dejado claro que la audiencias
estaban empezando a las 9:45 (desconozco si sólo era para esa época). Un poco
antes de las 9:10 esperaba el tren, mientras esto pasaba, busque desde el
celular por internet el nombre de Jorge Mario Bergoglio, para mi sorpresa, ese
mismo día era su cumpleaños, lo que me hizo pensar que estaría más llena la
plaza que el miércoles pasado.
Llegué tipo 9:20 a la estación
Roma S. Pietro, habrá que caminar unos 10 minutos para llegar a la Basílica,
entre el recorrido, sobre una esquina se puede observar la bandera de
Guatemala, proveniente de la embajada de la sede del Vaticano. Hacía un buen
día, sin embargo las calles daban a conocer con sus hojas secas el final de un
otoño que se mezclaban con ciertas áreas mojadas por el inicio del invierno,
pero el sol parecía ser prometedor aun así se sintiera un poco de frío.
Antes de entrar a la Plaza de San
Pedro, primero hay que pasar las columnas que la rodean, en ellas se encuentran
los Carabiniere, donde tipo aeropuerto hay que meter en rayos X los bolsos o lo
que se le parezca, como también monedas, celular, entre otras cosas que sean de
metal, de tener tijeras o navajas las tiran a la basura o no permiten el
ingreso.
En efecto, esta vez sí hay más
gente que la vez pasada y el papa Francisco ya empezó su recorrido por la
plaza, lo cual es uno de los momentos más esperados para la gente, poder verlo
de cerca, darle más de algún obsequio si se tiene y si se lo reciben, de lo
contrario hay quienes intentan tirarlo adentro del papamóvil.
A pesar de haberme perdido esta entrada del representante de Pedro la vez pasada, me doy cuenta que mi emoción no es la misma que los otros peregrinos, quizá se deba a que ya viví la experiencia una vez, aunque no igual. Pero es allí donde me doy cuenta que podré tener cerca el Vaticano y llevar más de un año viviendo en Roma, pero elegir ciertos días le dan más relevancia, pues la mayoría de los presentes hacen un viaje muy largo para poder vivir ese momento de ver al papa pasar o bien oírlo hablar después y sin importar que día sea, eso vuelve un día que podría ser cualquiera en significativo para su vida.
17 de diciembre de 2014 fue un
día significativo e histórico y sus raíces iban a venir de donde yo estaba
parado. No duro mucho la audiencia, varios sacerdotes, representantes de diferentes
idiomas, le hicieron saber al papa Francisco sus buenos deseos por su
cumpleaños 78, el papa Francisco en todos contestó en italiano, menos en uno,
cuando tocó en español. Agradecido, habló de la Sagrada Familia y del propósito
de la llegada del niño Jesús a las casas, pero también contento por lo que era
su regalo, deseó un buen espectáculo de tango y que soplara un poco de viento
pampero, cuando un grupo de argentinos organizaron una exhibición de tango por
el papa.
Al finalizar la audiencia el Pontífice
se dirige a saludar a personas que están a sus costados y que muchas veces
tienen prioridad por las mismas embajadas, como al guatemalteco Diego Martínez
de 16 años que fue recibido una semana antes en ese mismo lugar y donde
Francisco le prometía la llegada a Guatemala entregándole como muestra de su
compromiso el solideo (prenda que usa sobre la coronilla).
Horas más tarde, la noticia gira
alrededor del mundo, el cumpleañero recibe como regalo el agradecimiento por
ser pieza importante de diálogo en ambos gobiernos, Estados Unidos y Cuba, un
hecho histórico donde establecen relaciones después de más de 50 años. Es de
esta manera como culmina un miércoles, la última audiencia papal del año, ya
que los siguientes miércoles son Noche Buena y el último día del año, un
miércoles que para muchos pudo ser un día cualquiera, pero para el papa
Francisco por sus 78 años y por su objetivo logrado no lo era, como tampoco
para los fieles que venían de lejos a vivir la experiencia y bailar tango por
el cumpleaños del papa, como para el mundo que enmarca en su historia un hecho
que parecía insólito.
Gianpaolo Sotomora Caridi (2015 Italia)
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